La enfermedad



Me arrastro hasta la playa negra
de la belleza,
hasta el arcoiris blanco
de la palabra secreta.

Me arrastro hasta el Círculo,
y el Sol Negro
me ilumina desde dentro.

Abrazo la piel que ya es mía,
me ahogo en sus pliegues epistemológicos,
bebo de su cáliz sagrado de sangre,
muerdo sus muslos de Abismo
y vuelvo a arrastrarme hasta la playa negra
de la belleza,
hasta el arcoiris blanco
de la palabra secreta.

Porque caminamos sobre baldosas invisibles,
bailando sobre la Serpiente del Conocimiento
mientras el mundo despierta.


Los días que siguieron.




No me contaron que me iba a doler la muela una vez al año.
No me contaron lo del tiempo perdido
ni los agobios estomacales
ni la ansiedad de la espera de gente 
o de sustancias.No me contaron lo  del momento
en que me haría un hombrecito
y otros tantos dentro de la cabeza
me dirían "no lo hagas, hazlo, no lo hagas".
No me contaron lo de la existencia del dinero,
la necesidad,
la duda,
las castañas y el fuego.
No me avisaron de nada.

Solo de que a partir de ahora
el tiempo pasaría muy rápido
y cuando quisiera darme cuenta
sería demasiado tarde,
demasiado viejo
o de día.

"Algunas historias se cuentan muchas veces"






 

Abraza las paredes mojadas,
se humedece los labios
con las raíces del sueño
y cabalga sobre campos devastados
en los desiertos de pizarra y madera.
(El domingo de Resurrección
desde el círculo perfecto
de la boca del pozo
de mi habitación en el fondo)
Porque la oscuridad es lo único
que no me recuerda a ti,
me ampara.

La Segunda Guerra Mundial






 
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El Siempreperdido
se ha bebido una cafetera,
ha barrido toda la casa,
ha puesto y tendido lavadoras,
ha fregado todos los suelos,
ha llorado mientras ponía una olla con lentejas,
se ha recortado la barba,
se ha duchado con agua caliente,
ha organizado los últimos libros,
ha organizado la última ropa,
ha eliminado manchas de vasos,
ha cerrado bolsas de basura,
se ha cepillado los dientes,
se ha vuelto a repetir que necesita un corte de pelo,
le ha dado el desayuno a su hija,
ha leído tres ensayos sobre Alan Moore,
ha saludado con su mejor sonrisa,
ha ayudado a los vecinos,
ha regado el cactus
e incluso ha pensado en el trabajo
como buen ciudadano que es.

El Siempreperdido tiene la pantalla llena de Post-Its
llenos de datos que probablemente
el tiempo termine derribándolos
y se perderán en el océano de su inconstancia,
de la inmutabilidad de su carácter.
Se ha puesto calcetines limpios de invierno
mientras el sol entraba en la habitación,
ha intentado poner música alegre,
ha intentado por todos los medios hacer de este día
“un buen día”.
Ha llorado sobre las escenas del futuro próximo.
Ha descubierto algo.
La música que ha conseguido poner 
no es música alegre.
El Siempreperdido ha retrocedido dos años en el tiempo.
Ahora es 2011
y ahora todo cae como caen
los engranajes en Watchmen
porque el Siempreperdido está anclado,
está seguro de la importancia de lo que pensó en 2004.
El Siempreperdido vio y predijo su futuro
porque de alguna manera
formaba parte de su presente.
Hay sentimientos que, al enraizarse en su base obsesiva,
no pueden ni tan siquiera modificarse,
transmutarse, solaparse o destruirse.
Ha removido las lentejas
se ha puesto desodorante
ha cargado el teléfono.
El Siempreperdido en vez de encontrar la salida
se ha sumergido con cara de enfado
en el pozo de la incomunicación.
Ni se os ocurra echarle una moneda.

Las personas

 
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Ahora es diferente,
ahora no lo aguanto,
pero no me escribo encima.
Ahora el dolor es silencioso,
como el avance de la naturaleza
en los videojuegos,
el oxido representado en pixeles
mucho más cerca de la realidad
que la realidad misma.

Ahora los parametros cambian.

Más de trescientas personas conocidas
que lloran e inciden
sobre la misma cicatriz que,
insensible al tacto,
ha decidido no volver a compartirse.
Porque sabe que lo que
ante el mundo adusto era una crisis
totalmente estacional
sigue ocurriendo cada noche
cuando está sola.
Porque el sopor es la pieza de unión
entre la nostalgia
y la falta de comunicación. 
De cero a noventaynueve años.
Caras muertas
que ni en la muerte
están tranquilas.
El grito de Munch
pero ardiendo.

Aquello por lo que rezas.
Aquel ser imaginario en el que piensas.
Tu otro yo en una dimensión inventada
que nunca existirá,
y que te vengan y te hablen
de excesos medicamentosos
y no pensar más que en tu cara
pero ardiendo.
Siempre ardiendo.
Como  un dolor silencioso.
Porque ahora es diferente
no lo aguanto.

La cuenta atrás





Y quién no ha observado manos
y en cada arruga
ha visto la posibilidad
de una vida diferente.

Yo no.

Garras que agarran traumas
y los subvierten
y los transforman
a lo largo de la cuerda con asideros
de la tercera conjugación.

Son estas manos las que agarrarán alto
los mismos libros
distintas caras
y la muerte.

Donde ahora hay venas fuertes,
pronto habrá historias
delicadeza y senectud.
El puente de madera que ya cruje.
Como siempre cruje,
Aunque no hiciera ruído
ni daño,
la 
cuenta 
atrás.  

Hablar de redención no redime


Llueve y hace sol
las nubes estaban aceleradas.
Se ha estropeado la nevera,
de un segundo al siguiente,
me he dado cuenta porque
la luz de dentro no se ha encendido
como un faro polar
rodeado de escarcha.
Es como vendrá la muerte,
más que vendrá
se presentará
y nos llevará a todos
y desearemos no haber hecho muchas cosas
no haber maltratado tanto nuestros pies
no haber dicho otras palabras
no haber llevado a cabo otros sistemas
no haber saltado más
no haber comido
no haber tenido más tiempo,
otros valores
otros bancos
otro sistema de medida
y ya no podremos hacer nada más
que ir al infierno
al fondo de nuestras mentes
donde pagaremos los errores
donde puede que también
llueva y haga sol
pero no jugaremos a fotografiar
el arcoiris.
Hemos nacido para esto,
no viviremos lo que pensamos
resbalaremos entre todo
lo que hemos llevado a cabo
pensando que se ha malgastado
cinco séptimos
de la vida.
He sacado la verdura y el vino
y estaba todo tibio.
También es así como vendrá.
De un segundo al siguiente.  




Hacerse mayor es
paladear lo que antes derrochabas

sorprenderse recordando
los detalles de tus piernas
que no hace falta recordar
porque ahí están

balanceándose como un soldado moribundo
que no acepta la derrota extraña del dolor
y yo tampoco

El espíritu del 5 de Abril de 1994.








Voy a hacer como que duermo 
como que descanso 
y como que lucho 
contra el virus de la gripe. 
Voy a hacer como que duermo 
como que mañana será un buen día 
y como que todo 
tendrá su recompensa. 

Como que vivo 
como que sueño 
como que pienso 
 y como que existo. 

Voy a hacer como que duermo 
como que mis constantes se relajan 
y como que no que no que no. 
Voy a hacer como que duermo 
como que respiro demasiado fuerte 
y como que tengo un infinito en paciencia. 

Y como que vivo 
y como que sueño 
y como que grito 
y como que muero. 

Voy a hacer como que duermo 
como que actúo 
¡como que quiero! 

No me espero despierto.

"Mientras tú duermes tranquilo".





Languidecer
y correr delante del desastre
son lo mismo.

Es lo mismo que la cola del dentista imaginario
que el tobogán de arena de refresco en la terraza,
que la calma ansiada, como dije, tras mi muerte.

Languidecer
y esta euforia exacerbada
son lo mismo.

Es lo mismo que el tropiezo en la rutina victorioso,
que el encaje de bolillos de la mente,
es la muerte, como dije, tras la muerte.
Es la muerte
como dije
tras
la
muerte.
No.